TARDE CON OLOR A VAINILLA

En respuesta a una convocatoria digital en una red social , acudimos solo 3. La imparable Isela, yo que no me se rajar y Dió el " cinico" o también llamado el perro filósofo.

Iniciamos las rutas, antes de lo planeado por la ausencia de más participantes y teniendo hoy como punto de partida la plaza del pueblo.

Isela siempre tan radiante lucia unos lentes oscuros que resaltaban su tez blanca. Y como en otras veces invitando a empezar la aventura para alcanzar nuevos límites y ahora guiando con la correa a Dió.

Les confieso que tenía muchos meses sin hacer Senderismo y ahora el caracol me recordó que si no sigues entrenando la " Condición se acaba ," pero esa es otra historia.

La ruta del caracol desde su punto de inicio implica ascenso y en esta ocasión los 718 metros que ascendimos cercas del quinto kilómetro nos exigió condición física, esfuerzo en cada paso y sudor como recordatorio que estamos vivos.

Algo que nos lleno de energía fueron esas olas de un aroma tan dulce y sutil que inundaban el entorno un aroma " a vainilla " dijo Isela.

Desafortunadamente no alcanzamos a contemplar el ocaso en el punto de la mojonera pero espero en otra ocasión se pueda.

De lo que si estoy seguro es que por su corta edad, pues aún es un cachorro Dió, llegó rendido a su casa y en estos momentos que escribo estás letras se encuentra disfrutando de un placentero sueño.

Isela, muchas gracias por la invitación por qué sin ella no hubiera sabido nunca que hay tardes con olor a vainilla.